sábado, 11 de febrero de 2012

Experiencia escolar

   Recuerdo como actividad expresiva realizada en la escuela, los bailes de fin de curso. Era una tradición anual que marcaba el fin de las clases y a nosotros nos generaba un doble sentimiento: felicidad porque empezaban las vacaciones y temor por tener que exponer nuestras destrezas artístico-corporales en público. Siempre solíamos hacerlo por parejas, chico y chica, ya que sin la ayuda de ellas hubiese sido un desastre. La preparación del baile era costosa, pero a la vez muy grata.

   En general, me gustaba realizar este tipo de actividad, aunque lo pasaba mal cuando tenía que realizar ciertos movimientos a los que no estaba acostumbrado. Pensaba que eran propios de las chicas y no de los chicos y quizás, por esta razón, los movimientos no eran lo suficientemente estéticos. En todo caso, graciosos por descoordinados.

    Pasaba mucha vergüenza, sobre todo al principio, pero a medida que ensayaba, me sentía un poco más liberado de aquella situación que tanto me incomodaba al principio. Lo mejor de todo es que nos reíamos mucho, y el resultado final solía gustar porque los aplausos venían de nuestras familias.


Baile de fin de curso de 1988
   Esta fue la canción que bailamos.

Ramón David Sanchis Argent.

2 comentarios:

  1. ¡Qué tiempos aquellos en los que todo eran risas y diversión! Espero que la escuela del futuro dé continuidad a estas tradiciones y anime a los niños a dejar a un lado la vergüenza para aprender a ser un poco más libres. Bonita pic! ;)

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  2. La verdad es que si, no hay nada como sentirse libre y dejar a tu cuerpo actuar con plena naturalidad. Si esto se consigue, será verdaderamente emocionante.

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