Recuerdo como actividad expresiva realizada en la escuela, los bailes de fin de curso. Era una tradición anual que marcaba el fin de las clases y a nosotros nos generaba un doble sentimiento: felicidad porque empezaban las vacaciones y temor por tener que exponer nuestras destrezas artístico-corporales en público. Siempre solíamos hacerlo por parejas, chico y chica, ya que sin la ayuda de ellas hubiese sido un desastre. La preparación del baile era costosa, pero a la vez muy grata.
En general, me gustaba realizar este tipo de actividad, aunque lo pasaba mal cuando tenía que realizar ciertos movimientos a los que no estaba acostumbrado. Pensaba que eran propios de las chicas y no de los chicos y quizás, por esta razón, los movimientos no eran lo suficientemente estéticos. En todo caso, graciosos por descoordinados.
Pasaba mucha vergüenza, sobre todo al principio, pero a medida que ensayaba, me sentía un poco más liberado de aquella situación que tanto me incomodaba al principio. Lo mejor de todo es que nos reíamos mucho, y el resultado final solía gustar porque los aplausos venían de nuestras familias.
Baile de fin de curso de 1988
Esta fue la canción que bailamos.Baile de fin de curso de 1988
Ramón David Sanchis Argent.
¡Qué tiempos aquellos en los que todo eran risas y diversión! Espero que la escuela del futuro dé continuidad a estas tradiciones y anime a los niños a dejar a un lado la vergüenza para aprender a ser un poco más libres. Bonita pic! ;)
ResponderEliminarLa verdad es que si, no hay nada como sentirse libre y dejar a tu cuerpo actuar con plena naturalidad. Si esto se consigue, será verdaderamente emocionante.
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